La aparición de los famosos
chiles en nogada, coincide con la etapa de la Independencia Nacional y
reafirmación de la soberanía. Es por eso que se visten de tres colores,
haciendo gala de la bandera. En 1821, año de la consumación de la
Independencia, el espíritu patriótico de todos los mexicanos y los hechos
históricos fueron definitivos para nuestro país.
El personaje central, pero no el más importante, de estos sucesos fue Don
Agustín de Iturbide, autor del Plan de Iguala y creador del Tratado de Córdoba,
junto con el ultimo Virrey Don Juan de O'donojú, así como principal firmante de
nuestra carta de Independencia, y por éstas y otras razones era aclamado.
A su regreso de la Villa de Córdoba, donde firmó el tratado de Córdoba, decidió
visitar Puebla, cuyos habitantes le eran fieles por haber logrado la
capitulación de Puebla de los Ángeles. Quizá por este motivo, decidió festejar
su santo en esta bella ciudad, donde es recibido por sus partidarios con un
espléndido banquete, el 28 de agosto de 1821, día de San Agustín.
El lugar lucía con gran esplendor los tres colores de la naciente bandera
nacional; el verde, la Independencia; el blanco, la Religión y el rojo la
Unión; así como una selecta variedad de platillos poblanos, elaborados por las
Madres Contemplativas Agustinas, del convento de Santa Mónica. Las monjitas
poblanas, contagiadas del espíritu y fervor patriótico que reinaba en esos
días, decidieron preparar un platillo que tuviera los tres colores de la
bandera, y es así como crearon los chiles poblanos en nogada, que surgen del más
puro espíritu patriótico y nacional.
Para ello utilizaron los ingredientes de temporada; aprovecharon la nuez de
castilla tierna y granada de corona y bermellón para que la salsa y los granos
de la granada cubrieran los colores blanco y rojo de la bandera y el verde unas
hojitas de perejil, adornando el chile. Cabe aclarar que seleccionaron, lo
mejor de cada zona de Puebla, para deleitar al libertador de México, que
posteriormente se convertiría en emperador.